The Hand of God in the Storm
08/19/2018 .During the hardest moments of life, choosing the right path can be a difficult task — especially when God feels distant. At the end of 2016, Max, his wife, Ana, and their children found themselves at such a crossroads, which was triggered by problems at Max’s work.
“For almost a year, our family had trouble paying our bills, including rent, and we lacked money for basic needs in the home such as food and clothing,” Max said. “We also couldn’t afford Ana’s medications, and her health suffered.”
Everything exploded in July 2017 — Max said their situation had become “unsustainable physically, spiritually, and psychologically.” However, even in the middle of the storm, the Guerrieri family decided to not give up — to stay connected to God and his church. “We decided to stay connected and continue serving at Saddleback Buenos Aires,” Max said, “even when we found ourselves lacking more and more — in resources and motivation.”
When their situation began to feel hopeless, they began seeing God in the form of a phone call, a coffee, a talk, a prayer, a lunch, money to get by — many people contributed a small part, most without knowing it. Max said their Saddleback family acted as a lifeline between Heaven and Earth.
“God always showed up before, but we thought he had forgotten us. Then, somehow, at the last moment he arrived,” Max recalled after a year and a half after of going through one of the most difficult seasons he’d ever found himself in. “We could see the hand of God holding us steady,” Max and Ana said.
The worst has passed and progress has been made, but some challenges remain. “We have been employed in stable jobs for six months now. We were even able to move into the neighborhood we needed — at a price that only God could provide!” Max said gratefully. “Maybe all this was to teach us to depend on God as his children, not to worry about what we can and can’t solve, and to leave it to God, who always has a plan.”
#CompartíTuHistoria: La mano de Dios en la tormenta
Elegir el camino correcto en los momentos más duros de la vida se vuelve una tarea ardua, sobre todo cuando parece que Dios no está. Confiar en él a ciegas, en medio de la tormenta, puede volverse muy difícil.
“Dios siempre llegó justo. Parecía que se había olvidado, pero en el último momento, de alguna manera, él llegaba. Y muchas veces de maneras extrañas o sobrenaturales”, recuerda Maximiliano Guerrieri – Max - a año y medio de una de las tormentas más difíciles de su familia.
Max está casado con Analia Pereyra – Ana - con quien tiene tres hijos. A fines de 2016, una serie de inconvenientes en su trabajo desencadenaron en un desastre económico que se prolongó por casi un año: “Incluyó deudas de alquiler, servicios, falta de dinero para proveer lo básico en el hogar, alimentos, ropa, remedios que Ana necesita tomar rigurosamente y que, al no poder hacerlo, agravaron su salud”, detalla.
Todo explotó en julio de 2017, cuando se volvió “insostenible física, espiritual y psicológicamente”.
Sin embargo, aún en medio de la tormenta, la familia Guerrieri no cerró la puerta: “Decidimos no dejar de servir en Saddleback (Kids y Worship), aunque cada fin de semana costaba más, no sólo por la escasez de recursos sino también por la falta de ánimo”.
Max, Ana y sus hijos encontraron en la iglesia una familia que actuó de “cable a tierra”. Aún en los momentos más difíciles, Dios se manifestó, “desde un llamado, un café, una charla, una oración, dinero para el sustento, un almuerzo. Mucha gente aportó su granito de arena, la mayoría sin saberlo”.
“Pudimos ver la mano de Dios sosteniéndonos en la tormenta”, asegura el matrimonio.
Todo pasó, y aunque todavía quedan algunas secuelas, la recuperación avanzó: “Hace ya seis meses que conseguimos trabajos estables, y si bien aún quedan cosas por resolver, pudimos mudarnos dentro de la zona que necesitábamos y a un precio que solo Dios podía conseguirlo”, dicen agradecidos.
Max y Ana cuentan con la certeza de que Dios siempre llegaba a tiempo, y dicen: “Tal vez todo esto fue para enseñarnos a depender de Él como niños, a no preocuparnos por lo que no podemos solucionar y dejárselo a Él que siempre tiene un plan”.
Depositar toda la confianza en Dios y en sus planes nos lleva a comprobar que nada de lo que pasa a nuestro alrededor escapa de su perfecta voluntad. No permitas que la frustración te lleve a enojarte con Dios, ten paciencia, Él siempre llega a tiempo.